Largos transcurrieron los
meses desde que las principales fuerzas políticas del país
designaron a quienes habrían de encabezar las campañas para lograr
obtener la llamada “joya de la corona”. El Estado de México
significa el mayor padrón electoral en todo el país, antesala de la
elección presidencial del año 2018, los partidos políticos
buscaron desde el principio alianzas que les lograran sumar votos sin
importar la comunión de ideologías o la forma en como a la postre
habrían de pagar los acuerdos electorales. Y así comenzaron, por un
lado con la promesa de mejorar lo que ya de por si estaba bien hecho,
por la otra la presunción de estudios de posgrado y la aparición de
aportaciones para la campaña desde los salarios de los trabajadores
del Ayuntamiento de Texcoco, otro más prometiendo ser el digno y
real representante de la izquierda mexicana y al final como sucedió,
la otrora contrincante a la presidencia de la república quien
regresó al estado de México para ver si podría encontrar acomodo
ante la nula presencia y convicción generada ante sus propios
correligionarios.
Y arrancaron las
campañas, con poca propuesta, con nula preocupación por la
verdadera necesidad y sentido social hacia los habitantes del segundo
estado más productivo del país, según cifras del INEGI, más bien
con denostaciones, con acusaciones y con la estrategia generalizada
de disminuir al contrincante frente a las denostaciones que fundadas
o no, pudieran conseguir cada uno de los participantes.
Finalmente este domingo
pasado cuatro de junio, se dio la elección, cada uno en su propio
bunker, cada uno con sus propias estrategias de defensa y ataque,
detención de funcionarios, irrupción externa, concentración de
quienes dicen defender a los pobres en hoteles de lujo cercanos al
punto de la elección, dinero en efectivo encontrado en automóviles,
en fin, la elección terminó, de pronto el Programa de Resultados
Preliminares comenzó a demostrar cierta tendencia, pero enfrente las
encuestas de salida dijeron lo contrario. Al avance de las horas los
reportes comenzaron a empatar y la tendencia del voto comenzó a
favorecer hasta en tres puntos porcentuales al eventual ganador,
TODOS se declararon ganadores, y nadie aceptó la derrota. Y llego el
día del cómputo final y anunciaron recuperación de votos y
manifestaron que si el resultado los favorecía reconocerían el
trabajo de las autoridades electorales, pero que si el este era
adverso saldrían a reclamar lo que a decir de ellos les pertenece.
Al final Alfredo del Mazo se alzó con la victoria, la Maestra
Delfina ha amagado con impugnar la elección. Como en todas las
elecciones, el vencedor al festejo y los derrotados a buscar algún
rescoldo en donde quepa judicializar la elección. Solo que en esta
cabe señalar una diferencia, Alfredo del Mazo gana con la mitad de
los votos que le permitieron a Eruviel Ávila llegar a gobernar el
Estado de México, y la representante de MORENA se coloca como la
segunda fuerza en una entidad federativa donde su existencia es
incipiente, esto para el análisis.
Es el 2018 lo que se ve
en el horizonte, las baterías están cargadas hacia allá, por lo
pronto el PRI retiene en Estado de México y también Coahuila, no
menos importante; el PAN se queda con Nayarit con la operación de
cierto grupo de poblanos, a la postre se vislumbran acuerdos entre
varios, solo que en estos acuerdos no esta MORENA, las piezas se las
movieron igual que hace seis años a López Obrador y no aprendió la
lección, como tampoco la aprenderá para los comicios
presidenciales, porque se empeña en poner candado al zaguán cuando
la puerta trasera queda abierta. Al tiempo…
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