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lunes, 24 de julio de 2017

Poblano para el mundo, Poblano para la historia


Por: Lic. José de Jesús Aguilar Carrasco

En ciernes la segunda Guerra mundial y la eventual injerencia de México en el conflicto cuya principal preocupación del presidente Cárdenas era rescatar o repatriar a los mexicanos que vivían en Europa.

Nombro como cónsul en Paris a un poblano nacido en Chiautla de Tapia en 1892, perseguido por el régimen de Adolfo Hitler y en plena confrontación, salió de la capital francesa para restablecer el consulado en Bayona y posteriormente en Marsella ante el asedio alemán. Su principal preocupación lo fue el defender a sus compatriotas en la parte de Francia que aún no había sido ocupada y posteriormente convencer al mandatario mexicano para abrir las puertas de libaneses y españoles que ya arrastraban el movimiento franquista, dice la historia que al huir de los nazis se alquilaron dos castillos para convertiros en asilo mientras ya no solo libaneses y españoles sino miles de europeos buscaban una visa mexicana para poder viajar a nuestro país huyendo de los horrores de la guerra.

Desde Marsella tuvo que hacer frente al hostigamiento de las autoridades francesas pro alemanas, al espionaje de la Gestapo, del gobierno de Franco y de la representación diplomática japonesa, que tenía sus oficinas en el mismo edificio de la delegación mexicana.

Concedió entonces visas mexicanas y se dice haber logrado la liberación o en su caso la escapatoria de cuarenta mil judíos y españoles de las garras del Fürer, lo que permitió que familias enteras se salvaran gracias a la política exterior mexicana.

Ese fue Gilberto Bosques Saldívar, profesor, político, diplomático y orgullosamente poblano; por cierto, Normalista para aquellos que insisten en denostar la base de la educación en nuestro país como lo son aquellos que han salido de las aulas de las Escuelas Normales que durante décadas han sembrado identidad, preparación, y principios a millones de niños y niñas a lo largo y ancho del país.

La obligación de quienes en el servicio público vemos una vocación y en la empatía social una obligación nos exhorta a recordar en su 125 aniversario de su nacimiento la necesidad inminente de reintegrarnos como sociedad, de reencontrarnos como poblanos y como mexicanos, el destino lo llevo a otro continente a rescatar a los suyos pero también a sus pares de otras nacionalidades para evitar los horrores de la guerra; nosotros no necesitamos una guerra, lo único que necesitamos es reconocernos y entender que en la medida que logremos ceder y coincidir en este ejercicio dual de la vida misma y cuanto más de la política, en esa misma medida fortaleceremos a nuestra sociedad que tanto nos necesita.

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