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lunes, 16 de octubre de 2017

El candidato común


Por: Lic. José de Jesús Aguilar Carrasco
El proceso electoral federal comenzó ya desde hace varias semanas, este se vio empañado o de alguna forma por los desafortunados sismos del 19 de septiembre, sin embargo una vez que ha pasado la primera etapa de la emergencia, se ha comenzado a recuperar poco a poco la carrera por buscar un mejor posicionamiento en la sociedad mexicana. El eterno candidato,  y también el eterno perdedor Andrés Manuel López Obrador, se pretende colocar como el visionario de Estado que incluso puede advertir quienes serán sus contendientes en las próximas elecciones del año que entra, sin embargo esta posición no obedece sino al más elemental análisis del escenario político nacional. Como nos referimos en el artículo anterior, la salida de Margarita Zavala y el consecuente abandono de cientos de panistas acompañándola junto con una actitud insolente y falta de todo oficio político del Presidente Ricardo Anaya acompañado de la inexplicable riqueza de la señora Alejandra Barrales, presidenta del PRD, han refrescado la memoria del electorado mexicano, a grado tal que el famosísimo “frente” se les está cayendo, a grado tal que han comenzado a realizar acciones de franca desesperación para convencer ya no solo al electorado en primerísimo lugar a los militantes de las tres fuerzas políticas que lo componen, cosa que cada vez se antoja más difícil, pues existen muchos grupos dentro de las dos fuerzas más importantes del frente que están demeritando y dudando de la eficacia del mismo; en ese mismo sentido esta Movimiento Ciudadano, solo que su presencia electoral lo obliga a navegar cual veleta a la deriva, sin tener en realidad un objetivo claro más que el electorero.
Por otra parte, muy a pesar de varios, la estrategia del Partido Revolucionario Institucional es fortalecer al único hombre que puede tender puentes en una eventual alianza con aquellos que han manifestado su disenso con la toma de decisiones del PAN, por ello en los últimos días ha existido un esfuerzo importante para que Jose Antonio Meade, sea el personaje que transite entre estas dos instituciones políticas, desde ser recibido por los expresidentes Calderón y Fox hasta ser premiado este fin de semana como ministro de finanzas del año por la revista “Capital Markets”.
Esto no es obra de la casualidad, las elecciones se ganan con votos, mismos que son traducidos en números y quienes presumen de conocer la estrategia electoral, deben tener muy en cuenta que son precisamente la materia prima en este contexto los números, por ello en un esfuerzo de aglutinar a quienes se han sentido defraudados por su propio instituto político y haciendo precisamente el análisis matemático necesario en conjunto con impulsar un candidato que tenga la capacidad no solo política sino profesional de transitar con dos entes a veces tan distintos pero otras mas tan comunes como lo pueden ser el PRI y el PAN, no por nada nuestro personaje sea el único secretario de Estado transexenal.

No se equivoca López Obrador cuando infiere que José Antonio Meade obedece a la eventual decisión del PRI de ser su abanderado político, no se equivoca tampoco cuando piensa que “el frente se está cayendo”, tampoco se equivoca cuando siente que su férreo contendiente será el Secretario de Hacienda, sin embargo algo no le permite referirse con claridad a su triunfo del 2018, victoria que como en el 2006 y en el 2012 se diluye y hoy de manera mucho más abrupta ante quien seguramente aparecerá como su contrincante en la elección del año que entra. Andrés Manuel ya creció lo que pudo crecer en todos estos años como candidato eterno, a partir de hoy veremos su estancamiento y el crecimiento con férreo impuso de quien eventualmente podrá ser el próximo presidente de la república. Al tiempo...

lunes, 9 de octubre de 2017

Desde palacio de Cobián

Por: Licenciado José de Jesús Aguilar Carrasco
Pues ha comenzado el mover de fichas anticipado en el tablero del ajedrez político del escenario nacional. Hace algunos días los líderes de tres fuerzas políticas en el País anunciaron con bombo y platillo una alianza o mejor dicho un frente electoral con el que anunciaron anticipadamente victorias históricas que vendrían a cambiar la situación del país, en efecto el Partido Acción Nacional, o cuando menos su dirigencia junto a un reducido, menguado y poco eficiente electoralmente hablando Partido de la Revolución Democrática, junto con el Partido Movimiento Ciudadano cuya presencia en cargos de elección popular es francamente efímera cuando menos en la parte centro sureste del país decidieron impulsar una alianza electoral en pos a la elección presidencial del año 2018. El entusiasmo era tal que llamaron públicamente al resto de los partidos políticos a sumarse a esta fuerza para a decir de ellos derrotar al Partido Revolucionario Institucional en los comicios federales del año entrante, sin embargo poco les duro el gusto, sobre todo porque le fuerza política con mayor presencia en el dichoso frente pasa por una de las crisis más importantes en su historia. En efecto el pasado viernes la panista Margarita Zavala anuncio su renuncia al partido en el que milito durante décadas y que le permitió a su esposo ocupar varios cargos de elección popular e incluso ser presidente de México. La justificación de la decisión de la señora Zavala obedeció a decir de ella, el no encontrar “piso parejo” e igualdad de circunstancias entre los contendientes, en específico con la dirigencia cuyos esfuerzos se han encaminado a posicionar a Ricardo Anaya más allá de lograr la unidad en dicho partido político.
Y aquí el análisis del porqué del título de este artículo, y es que es precisamente en el edificio que se ubica en la calle de Abraham González en el número cuarenta y ocho, en el llamado Palacio de Cobián donde se tejen las estrategias para lograr los triunfos electorales, y es que lejos de las descalificaciones y deméritos que alunas voces hacen al secretario de gobernación, este se ha conducido durante los cinco años del gobierno federal como el estratega real y efectivo del gobierno de México no solo en el tema electoral sino en todo lo que tenga que ver con la política interna del país. La renuncia de Margarita Zavala va más allá de un desencanto con su propio partido, y es que en todo caso el grupo fuerte y recio del partido que otrora fuera el real acérrimo del PRI, hoy ve en este la única forma de subsistir políticamente frente a la amenaza de Morena y su eterno candidato. Si amable lector, el frente como lo planteó Ricardo Anaya en el ánimo de negociar su posición como el candidato a la Presidencia de la República ponía de manifiesto el fin de todo poder de los grupos reales del Partido Acción Nacional, de aquellos que durante décadas establecieron acciones ideológicas diametralmente opuestas al partido en el poder, y esto de ninguna manera podrían permitirlo. En este escenario nada más benéfico para esos grupos de poder que negociar con quien les garantice su permanencia política en el escenario nacional, y el joven inexperto Anaya no logro medir la tormenta que venía o mejor dicho que viene.

 A partir de la renuncia de la esposa del expresidente Calderón vendrán en cascada muchas más y esto no tiene nada que ver con la coincidencia o con hechos circunstanciales, en la política se dice que lo que parece es, y la acción y negociación que desde el palacio de Cobián se ha instruido para lograr el convencimiento de grupos de verdadera representación en el país, es un hecho. Estos acuerdos tendrán sus frutos el primero de julio del año que entra, cuando a pesar de muchos el eventual candidato del PRI se alce con la victoria electoral teniendo como algunos de sus principales aliados a los propios panistas, a los de cepa, a quienes no estuvieron con su dirigente y quienes desde luego preferirán darle el voto a quien también fue secretario de estado con ellos, que al eterno candidato. Y de esto, del secretario de estado transexenal y eventual candidato a la presidencia de la república, nos referiremos en nuestra siguiente intervención.

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