Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida
como sor Juana Inés de la Cruz nació
en San Miguel Nepantla, el 12 de noviembre de 1648 y murió el 17 de abril de
1695, fue una religiosa de la Orden
de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de
la literatura en español. Ayer, se cumplieron 366 años de su
nacimiento y desde luego que es referente fundamental de la lucha por el
reconocimiento de los derechos de las mujeres, que desde luego en el siglo XVII
ni remotamente se podría considerar en la vida social ni mucho menos en la vida
política de este país.
Durante varios siglos las mujeres han conseguido con el
esfuerzo diario y con la lucha constante el que se les reconozca en igualdad de
circunstancias que los varones, y en este silgo XXI la participación del sexo
femenino en las decisiones coyunturales de la vida económica, social, política
y cultural del orbe han demostrado de manera determinante y eficaz la enorme
capacidad que tienen para ejercer cualquier actividad que se impongan. Sin
embargo estos derechos que de manera valiente y consagrada han alcanzado las
mujeres, de repente se desvía del discurso de la equidad y de la paridad de
género en el que absolutamente estamos de acuerdo, a otro, lejos de la
equidistancia participativa y de oportunidades, uno que sesga, que arrincona y
que desde luego nada tiene que ver con los principios de miles de mujeres que
durante tanto tiempo lucharon porque se les reconocieran sus derechos.
Y es que
estimado lector, se dice que todo extremo es negativo, que como todo en la vida
se tiene que buscar un justo medio que permita la empatía y la convivencia
pacífica del ser humano, pero en ocasiones el discurso de este tipo de temas se
vuelve “feminista” pero un discurso que sanciona, que daña y que vulnera al
sexo opuesto, y entonces se vuelve soberbió, ignorante y rebuscado, y si, Sor
Juana lo presumió, cuando en alguna de sus obras refiere con toda claridad que
“Así como ninguno quiere ser menos que
otro, así ninguno confiesa: porque es consecuencia del ser más”.
Entonces, se trata de denostar, o se trata de coincidir, se trata de reconocer, o se trata de vengar lo que otrora tiempo ocurrió en perjuicio. Me parece que la condición mejor dada en el mundo moderno, lo es el respeto general a los derechos de todos, y no solo se trata de condición de género, sino de estilos, gustos, preferencias, creencias, pensamientos, filiaciones, en fin, de que aquello que circunda al ser humano pueda ser respetado y protegido por el o la de enfrente y en esa medida desde luego que tendremos una sociedad mucho más humanizada. Desde luego que el tema político no está ni puede estar alejado de esta realidad.
Entonces, se trata de denostar, o se trata de coincidir, se trata de reconocer, o se trata de vengar lo que otrora tiempo ocurrió en perjuicio. Me parece que la condición mejor dada en el mundo moderno, lo es el respeto general a los derechos de todos, y no solo se trata de condición de género, sino de estilos, gustos, preferencias, creencias, pensamientos, filiaciones, en fin, de que aquello que circunda al ser humano pueda ser respetado y protegido por el o la de enfrente y en esa medida desde luego que tendremos una sociedad mucho más humanizada. Desde luego que el tema político no está ni puede estar alejado de esta realidad.
Mucho hemos platicado en este espacio de las elecciones venideras
del año que entra, y para ello desde luego que no solo por disposición o
exigencia social sino por obligación legal habrá que garantizar por los
partidos políticos y por la autoridad electoral que la mitad de los cargos de
elección popular que se sufragaran en los comicios del año 2018 deberán ser
ocupados por mujeres, y esto lejos desde luego de aquellas épocas de simulación
con las llamadas Juanitas o Juanitos, que únicamente se utilizaban para
“llenar” el espacio sin que de manera efectiva tuvieran participación en la
vida política del país, recordando las formulas disque equitativas en donde un
hombre encabezaba la fórmula y una mujer aparecía como suplente y con ello se
pretendía cubrir lo que algunos llamaron la “cuota de género”, hoy la historia es
distinta, si mujer encabeza la fórmula, mujer será la suplente y lo mismo
ocurrirá con los varones, esta manera de establecer la equidad, garantiza que
efectivamente se represente la condición genérica y de equidad que requiere una
sociedad moderna.
Por otra parte, equidad y paridad de género también tiene que
ver con el mismo número de oportunidades tanto para hombres como para mujeres,
lo que significa que en aquellos lugares en donde las últimas elecciones hayan
participado hombres, deberá garantizarse la participación ahora de las mujeres
y viceversa, como en mi distrito, en el séptimo local del estado de Puebla, en
donde las últimas candidatas a diputadas federales y locales han sido mujeres,
por lo que en estricto apego a los principios de equidad y paridad de género,
deberá corresponder ahora la oportunidad a un varón, hecho del que estaremos
pendientes se aplique con estricto apego a
la ley.